.:Imaginada:.

Imaginada, pero la verdad fue mejor que soñada..

Sunday, October 19, 2008


Leyendo el blog de Generación Y se me abren los ojos frente a la realidad cubana actual. ¿Tener que pelear para poder obtener la porción semanal de alimentos? Lo cierto es que la situación se ha agravado por los recientes ataques de los huracanes Ike y Gustav, pero la cosa está ahí, ha estado así desde hace medio siglo. Mientras tanto, carteles con frases hechas inundan las calles de toda Cuba, con imágenes de los grandes "héroes" de la revolución e invitaciones a continuar la lucha.

¿Qué lucha? ¿La que mantiene al pueblo con hambre y en condiciones de pobreza sin oportunidad alguna de crecer? Últimamente se han tomado medidas severas en contra de los traficantes de productos no-oficiales, gracias a los cuales mucha gente tenía acceso a comida que el propio gobierno no puede, o quiere, brindarles. Sigo pensando que el bloqueo económico al cual se ha visto sometida la isla desde hace cincuenta años tiene gran cantidad de culpa de la pobreza que se vive, pero el gobierno no ha sabido brindarle al pueblo lo que es del pueblo.

Si mis hijos pasan hambre, ¿con qué idea crecen acerca del socialismo? La de la miseria que vivieron. ¿Con qué esperanza crecen? La de que un día termine todo eso y puedan tener acceso a más variedad de comida y un sin fin de productos a los que sólo tienen acceso gracias al tráfico no-oficial. Lo cierto es que Fidel no ha sabido sacar adelante a la Cuba por la que supuestamente luchó, y Raúl no parece tener muchas intenciones de modificar el sistema establecido por su hermano.

Esto no quiere decir que yo haya dejado de ser de izquierda. No. Sigo declarando abiertamente que tengo el corazón abajo y a la izquierda. Lo que pasa es que el ideal socialista no se ha sabido llevar a la práctica, a la realidad, sin que lleve consigo represión, falta de libertad y demás privaciones. ¿De qué vale una lucha para abolirlo si al final nos quedamos con lo mismo?

Tengo fe en que llegará el día en que la gente pueda expresar su opinión sin que ésta esté influenciada por mensajes subliminales en la televisión, sin tener que bajar la voz, sin la posibilidad de que termine siendo un preso político más. No importa si se trata de extrema derecha o ultra izquierda, si no se sigue la voluntad soberana del pueblo, de la gente, de las verdaderas mayorías, toda máscara es vana.

El problema es que estos inicios del siglo XXI no son el momento apropiado para la sublevasión. Todos los que vivieron en los 50s, 60s y 70s, los que sintieron en su momento la necesidad de rebelarse contra un estado en contra de la voluntad del pueblo, deben estar ahora con toda esperanza bien muerta, con la desepción paseándose constantemente frente a sus narices. Y las nuevas generaciones estamos tan embelesados con las tipas desnudas de la t.v., con el ordenador, el internet y las nuevas tecnologías, que a penas nos damos el tiempo para pensar que cada hora que pasa cientos de mexicanos habrán muerto de hambre, que casi doscientas personas están encarceladas por pensar de forma contraria al gobierno, que mientras tanto los diputados se compran casas en el extranjero y coches lujosos.

Ya basta. Se requiere de un cambio urgente. Pero para comenzar el proceso, necesitamos tomar conciencia de lo que nos ha tocado vivir como generación naciente, como juventud actual. Primero hay que conocer la realidad, para ubicar puntos negativos y positivos, hacer propuestas y luchar porque se lleven a cabo. Tampoco sirve de mucho ir a una marcha a gritar críticas y todo lo que está mal, eso todos lo sabemos. Si no se proponen nuevas alternativas, de nada sirven las quejas.

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